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28 de Noviembre de 1821.

 

¿Qué provocó la indiferencia del Istmo ante los estímulos internos y externos, que fueron en otras plazas Latinoamericanas resortes básicos del separatismo? ¿y cuáles fueron las causas del retraso de nuestra incorporación al movimiento general del continente? ¿Qué explicación dar a la anticipación precoz del Grito santeño el 10 de noviembre y la renuncia de los cabildantes santiagueños a unirse a la gesta separatista?

Razones políticas podrán aducirse para responder a las interrogantes, pero la respuesta podrá encontrarse en el análisis de las condiciones materiales de existencia en el Panamá prenovembrino, en el análisis de las motivaciones concretas fundamentales que presionaban la voluntad y acciones de nuestros antepasados. En el primer caso hay una estrecha relación con el cambio producido en la actividad comercial del Istmo, motivado por la ocupación napoleónica de España y por lo tanto su debilitamiento y los primeros intentos de rebeldía en América del Sur.

Esta coyuntura económica hace modificar la actividad inicial de las clases dirigentes del país por las ideas del separatismo.

“La independencia de 1821, se ofrece como una solución inmediata para superar la crisis coyuntural que modificará la situación de los que separan el movimiento”(6).

El Grito Santeño tiene orígenes más profundos. Señala la diferencia estructural ante las regiones de Azuero y Veraguas, opuestas social y económicamente desde sus orígenes históricos.

Coyuntura Económica.

El período galeonista se inicia en 1543, destacándose las ferias; éstas se constituían en vehículos en vehículos importantes en el comercio de España con sus colonias de Ultramar. Se extendió por cerca de dos siglos atrayendo capitales de más de 20 millones de pesos.

“En este tiempo se consolidó un poderoso grupo comercial, ubicado especialmente en las áreas terminales, paso obligado del comercio entre los océanos”(7).

A partir de finales del siglo XVII, una serie de derrotas militares, las paces de Westfalia en 1648 y la de los Pirineos arrebatan a España el liderazgo de los mares y traen por consiguiente la decadencia del “comercio galeonista”, situación que se acentúa con la pérdida de San Cristóbal, Tortuga, Belice, Jamaica y Panamá.

Francia e Inglaterra a través de negociaciones diplomáticas introducen sus tentáculos en el comercio que sostenía España con sus colonias. Entre los beneficios adquiridos por éstas potencias a través de las negociaciones podemos mencionar la posibilidad de que Francia llevara mercancías a las ferias de Portobelo y participara en la introducción de esclavos africanos en distintos puertos de América. Inglaterra se hizo de dos elementos importantes: el Asiento de Negros y el Navío de Permiso; ambos instrumentos facilitaron el contrabando el cual mermó considerablemente el comercio español en América.

Para la tercera década del siglo XVIII se hizo evidente el fracaso de las ferias de Portobelo. En parte por la cantidad de mercancías logradas mediante el contrabando lo que impidió la venta de las mercancías, celebrándose la última en 1736.

En 1748 España decreta cerrada la ruta de galeones y por consiguiente las Ferias de Portobelo; la ruta a seguir desde ese entonces es la que corre a través del Cabo de Hornos. El papel transitista del Istmo se viene al suelo, debilitando igualmente su economía.

La bancarrota del área transitista sume a la región en un gran despoblamiento, pasando al interior parte de esta población al igual que el liderazgo económico.

Desde 1809 a 1821 el comercio con algunas regiones suramericanas como Paita, Guayaquil, y el Chocó, así como el sur de México, se llevó a cabo a través del Istmo.

“Los controles que ejercían las fuerzas rebeldes en el Cabo de Hornos determinaron que la Corona permitiera a Panamá a comerciar a través de sus embarcaciones con las colonias inglesas, especialmente Jamaica, lo cual produjo gran abundancia”(8).

Esta situación de bonanza promovida por la Metrópoli, permitió la continuación de adhesión y fidelidad a la Corona.

“Cuando ésta pierde sus colonias, sólo la alta concentración de tropas en Panamá retardó el triunfo de la causa independentista”(9).

Los comerciantes panameños en razón de ampliar libertades concedidas por la Regencia Española y las promesas de restaurar las antiguas ferias, se mantuvieron fieles a la Corona y en actos diversos manifestaron su lealtad y apoyo al régimen, negándose a dar respaldo a los movimientos separatistas de Quito, Santa Fe y Cartagena.

No bastaba a los comerciantes istmeños con la sumisión a la Corona , sino que solicitaran establecer en el Istmo, el Tribunal de la Audiencia y el Virreinato

de Nueva Granada, instituciones echadas a un lado por los rebeldes santafereños. Si se lograban traer estas instituciones, Panamá ofrecía pagar la mitad de sus sueldos y contribuir con la Corona con miles de pesos, harinas, menesteres y tabacos requeridos para combatir a los revoltosos.

“Esta bonanza económica comienza a resquebrajarse cuando en 1814 se les arrebata a los comerciantes el Comercio Libre”(10).

Sin embargo, los evidentes logros alcanzados por las nuevas naciones al abrir su puerto y comerciar sin trabas ni sujeciones, dieron al traste con el comercio istmeño, retirándoles a la Corona por consiguiente, sus prerrogativas. El Istmo vuelve a sumirse en una gran depresión, la cual precipita la independencia.

“Siendo gobernador de Panamá el Brigadier Tomás de Cires, llegó a Panamá el nuevo Virrey designado Mariscal de Campo Juan de la Cruz Murgeon con fuerzas procedentes de Puerto Cabello, con designios además de fortalecer la guarnición del Istmo, de enviar tropas contra el ejército colombiano en Quito. con fondos adquiridos con la mayor brevedad, inició Murgeon la expedición, que dejaba exhausta y disminuidas las tropas del Istmo”.

En octubre de 1821, Juan de la Cruz Murgeon, zarpa al mando de una expedición compuesta por 1,400 unidades, con los cuales pretende retomar parte de Nueva Granada. Al frente del Istmo se destaca al militar panameño José de Fábrega. Coyuntura oportuna que aprovechan los gestores de la independencia para que sin poner en peligro vidas ni propiedades, enviaron rápidamente a Cuba, se produjera la independencia, producto del transitismo y motivaciones económicas.

“Cuando el general Montilla, encargado de preparar en el Magdalena una expedición militar para liberar al Istmo de la Corona, supo que los istmeños se habían adelantado, acto seguido exclamó: No puede negarse que Panamá es un país de comerciantes; ha sabido evitar los horrores de la guerra, especulando a buen ahora su independencia”(11).

“Bolívar tenía propósitos específicos para Panamá, aún a costa de nuevas escaramuzas bélicas, pero Bolívar desistió por el momento, por causas de fuerza mayor”(12).

La burguesía comercial sustituyó la casta peninsular y el republicanismo democrático ocupó el puesto de la monarquía, reemplazándose el centralismo jurídico y administrativo español por una nueva ideología progresista y liberal.

La historia, en su perenne devenir, anota un hecho acaecido el 28 de noviembre de 1821, que en forma sintética dice: “Panamá, espontáneamente, y conforme al voto general de los pueblos de su comprensión se declara libre e independiente del gobierno español”; pero, no termina allí la trascendencia histórica de tal hecho, puesto que casi seguidamente agrega, refiriéndose al mismo acontecimiento que comentamos: “El territorio de las provincias del Istmo pertenece al Estado Republicano de Colombia, a cuyo congreso irá a representarlo su diputado”(13).